martes, 2 de noviembre de 2010

¡FREUD…, AL TABLERO! ¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?

(Texto leído en el II Congreso Nacional de Psicología “Nuevos retos para las necesidades de hoy”.  Noviembre 16 y 17 del 2006. Institución Universitaria CESMAG. San Juan de Pasto (Nariño) – Colombia)

Javier Ortega Castaño
  
Psicólogo de la Universidad de Nariño;
Diplomado en Psicoanálisis y Clínica con Niños de la I. U. CESMAG.
Ex integrante y fundador de la Asociación Foro de Psicoanálisis Lacaniano de Pasto.
Carrera 26 Nº 17 – 40       Oficina 418      C. C. Pasaje El Liceo
 Correo Electrónico: javiorca@yahoo.com
San Juan de Pasto - Nariño - Colombia

Resumen: A partir del texto de Sigmund Freud “¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?” se propone renovar dicha discusión a la actualidad y de cómo la enseñanza del psicoanálisis necesita otro lugar diferente y por fuera de la universidad; sin embargo hoy en día en varias facultades o departamentos de psicología de algunas universidades del país se imparten cátedras de psicoanálisis o se ofrecen como una orientación psicológica. Se destaca la diferencia y particularidad del psicoanálisis con la medicina y la psicología, proponiéndose desde ahí, una propuesta de enseñanza del psicoanálisis en la universidad pensado desde la ínter – disciplina y la extra – territorialidad. Es una propuesta preliminar y que apunta a generar mayor discusión al respecto, considerándose que es un reto tanto del psicoanálisis como de la psicología en la enseñanza universitaria.

Palabras Claves: Psicoanálisis, medicina, psicología, psicoterapia, cientificidad, enseñanza, universidad, ínter – disciplina, extra – territorialidad.

1. INTRODUCCIÓN

Como un llamado imperativo, que se le pide al creador del psicoanálisis. No dejamos de pensar en esa sensación [infantil o adolescente] de cuando en una clase el maestro nos llamaba a pasar a delante, al tablero. Era hora de dar la lección, de dar cuentas.

Han pasado ciento cincuenta años desde el nacimiento de Sigmund Freud,  y desde sus orígenes el creador del psicoanálisis se preguntaba sobre la formación del psicoanalista. En un comienzo desde la medicina, de donde era oriundo, pasando por la psiquiatría, y esto hasta bien avanzado en edad le seguía inquietando.

Con su texto de 1919, de donde tomé el subtítulo de esta ponencia, “¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?”; Freud se preguntaba por la conveniencia de enseñar o no el psicoanálisis en la universidad, hay que subrayar conveniencia. He tratado de re-actualizar ese artículo y pretendiendo darle lugar a una reflexión sobre la formación actual del analista, y si esta se puede o no dar en la universidad, lo que de entrada hay que decirlo, no se puede. Y si pese a la imposibilidad de formar analistas, hoy en día sigue la confusión, se sigue “enseñando o impartiendo” clases de psicoanálisis llevando a que muchos profesionales que asisten a algunos cursos durante su paso por la universidad, se autodenominen analistas, monten un consultorio con diván y todo y lo empiezan a enseñar. A Freud, hoy, pretendo hacerlo pasar al tablero; Y es precisamente al tablero, porque de lo que trata es del Psicoanálisis en la Universidad. Una reflexión sobre estos años de transito del saber psicoanalítico en las aulas universitarias y de los retos que todavía están al frente.

Freud ya nos decía que incorporar el psicoanálisis en la enseñanza universitaria sólo “significaría una satisfacción moral” (Freud, 1994, pág. 169) para la persona del psicoanalista, sobre todo si es este mismo el que imparte dicha enseñanza. Pero que ésta no incide en nada su formación. Ya  que la orientación teórica y la experiencia práctica puede ser llevada a cabo de manera independiente de la universidad. Hoy sería ¿debe… ser llevada a cabo…?

Recordemos que el psicoanálisis está signado por la “exclusión”, este significante le es propio desde el mismo instante en que se destinó como una nueva disciplina que estudiaría el padecimiento psíquico de los enfermos que eran excluidos por la medicina. Siendo él mismo excluido. Ahora, la medicina sí tiene asiento preferencial dentro de la universidad; sería casi un paradigma de la misma. Por correspondencia, dicha exclusión de la medicina es también de la universidad. Por que “eso” no es ciencia, se diría.

Entonces, desde la reunión de los miércoles del siglo pasado hasta las incontables asociaciones, grupos, centros, etc., que existen hoy, el psicoanálisis ha tenido que buscar otro lugar distinto a la universidad para resolver la formación de sus integrantes y partidarios.

Pero, ¿no pueden servirse mutuamente?

Aún, son permanentes las críticas a favor y en contra de si el psicoanálisis es o no una ciencia, es o no una disciplina, es o no una filosofía (Cosmovisión), etc.; y de esperar algo de ella, en la formación de las diferentes profesiones que la universidad acoge.

El psicoanálisis y la universidad, se convienen.

Y Freud, en el mismo texto nos dice la importancia del psicoanálisis para la formación médica (de ese tiempo) y la formación universitaria en general.

En síntesis, dice que la formación médica esta orientada unilateralmente hacia la anatomía, la física y la química; dejando de lado “la importancia que poseen los factores psíquicos en las manifestaciones vitales en la enfermedad y el tratamiento” (Freud, 1994, pág. 169-170), resultando un  defecto en la actuación profesional. Y que la incorporación de la psicología médica de ese entonces no fue suficiente. Aquí ya tenemos una diferencia radical y que hasta hoy sigue siendo una constante: El psicoanálisis no es una psicología [y viceversa], así se le conozca dentro de esta última como psicología profunda. Propone Freud, la creación de “una” cátedra o cátedras de psicoanálisis en respuesta a la demanda en la formación médica. Eso sí, con su respectiva introducción al tema.

Si hacemos un recorrido por la universidad en Colombia, nos daremos cuenta que hasta el día de hoy, en muchas facultades o programas académicos, no necesariamente de medicina o psicología, el psicoanálisis tiene lugar sólo como “cátedra”. Y hasta ahora eso le es conveniente.

Continuando con Freud, plantea que es una función del psicoanálisis el ofrecer “una preparación para el estudio de la psiquiatría” (Freud, 1994, pág. 170). Con lo anterior queda claro, que no es así, dentro de la psiquiatría que es una especialización médica, también convive como “cátedra”.

Y en tercer lugar, y aquí me permito citarlo todo:
Al investigar los procesos psíquicos y las funciones mentales, el psicoanálisis se ajusta a un método particular, cuya aplicación en modo alguno está limitada al campo de las funciones psíquicas patológicas, sino que también concierne a la resolución de problemas artísticos, filosóficos o religiosos, suministrando en tal sentido múltiples enfoques nuevos y revelaciones de importancia para la historia de la literatura, la mitología, la historia de las culturas y la filosofía de las religiones” (Freud, 1994, pág. 170).

Podemos aquí entender que el psicoanálisis tenga cabida en casi todo campo del conocimiento; pero no sin un costo, y que en última instancia proliferen tanto las “cátedras” por todas partes.

Sintetizando, Freud termina con la siguiente afirmación: “La universidad únicamente podrá beneficiarse con la asimilación del psicoanálisis en sus planes de estudio. Naturalmente, su enseñanza sólo podría tener carácter dogmático – crítico por medio de clases teóricas” (Freud, 1994, pág. 171).

Entonces, esta es la misma vía que queremos hacer, después de ciento cincuenta años del nacimiento del creador del psicoanálisis, lo haremos pasar al tablero, para que nos dé la tarea y preguntarnos si el día de hoy es o no vigente aquella pregunta; siendo necesario que su posible actualidad se vea reflejada en una relación diferente entre la universidad y el psicoanálisis.

2. PSICOANALISIS Y MEDICINA

Al ser médico, Freud tenía como análogo ese discurso, y es desde allá que debemos empezar en esta reflexión. Desde sus comienzos entendió que lo que había descubierto tenía un estatuto diferente al de la medicina o el de ser médico y pensaba que no sólo los médicos podían ejercer el psicoanálisis. En 1926, publica “¿Pueden los legos ejercer el análisis?”, texto también conocido como “psicoanálisis profano” y/o “Psicoanálisis y medicina”, según la traducción de Luís López-Ballesteros. Este tiene su origen en un proceso judicial que se le llevaba a Theodor Reik, prominente miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena y que le acusaban de tratar a un paciente sin ser médico. Se le había imputado el transgredir una ley austriaca contra el “curanderismo”.

Para sorpresa del mismo Freud, encontró que dentro de las diferentes sociedades psicoanalíticas del momento esta situación tenía sus opositores y sus seguidores. Fue con el “Epílogo”, un texto de un año después, donde deja en claro su punto de vista al darle parcialmente respuesta a la pregunta sobre cuál era la formación más apropiada para los analistas y considerar que no era la que daba la universidad: “la llamada ‘formación médica’ me parece un fatigoso rodeo para la profesión analítica” (Freud, 1993, pág. 236). Me pregunto ¿y la de cualquier otra formación? Y nos recuerda el rechazo casi hostil del gremio médico hacia el psicoanálisis. Eh aquí entonces, otra conclusión: el psicoanálisis no es medicina [y viceversa]. Así como que no es psiquiatría.

Tendríamos que articular la distinción entre psicoanálisis y medicina con la de psicoanálisis y psiquiatría. Hace años, la psiquiatría se diferenciaba de la medicina; lo dicen los mismos psiquiatras, pero con el avance tecnológico y la masificación de la salud, la psiquiatría se ha dejado apabullar y rodear por la medicina. Aunque esta distinción tenía otros tintes en la época de Freud. Hoy, podemos pensar en la distinción entre psicoanálisis y psicoterapia, la que trataremos más adelante.

3. EL PSICOANÁLISIS Y FREUD

No es un misterio que todo el psicoanálisis es Freudiano; siempre habrá un antes y un después de Freud. Y lo que surgió después de sus estudios ha generado una gran dinámica dentro del saber analítico. Los primeros “excluidos”, tuvieron el privilegio de apartarse en el momento que la investigación psicoanalítica estaba iniciando, muchos de ellos alcanzaron a discutir personal o epistolarmente con el propio Freud; y fueron separando caminos. Adler y Jung, Reik, etc. Siguieron construyendo sus postulados teóricos y muchos de ellos, hoy en día, son estudiados como una psicología. Posteriormente sus discípulos, y ya sobre el legado de Freud, empezaron a hacer lo mismo, y esta vez, también entraron en el discusión de si el psicoanálisis era o no una psicología: “Y proponiendo que el psicoanálisis no era una rama especial de la medicina sino una pieza de la psicología” (Freud, 1993, pág. 236). Ya quedaba algo para el debate. Y era otro intento de alinearlo hacia la ciencia y el conocimiento científicamente reconocido. Este fue siempre un anhelo en Freud. No olvidemos las palabras que profirió al serle otorgado el premio Goethe, y lamentarse lo difícil que por ello sería que fueran reconocidos sus descubrimientos en el mundo científico.

Y aquí hay ya dos puntos a tener en cuenta, la cientificidad del psicoanálisis y la persona de Freud. Sobre la primera, algunas vertientes se alinearon del lado de la pedagogía y la psicología, por ejemplo, Anna Freud y algunos discípulos emigrados a los Estados Unidos que concluyeron en una Ego psychology. Al otro extremo aparece Lacan, con su articulación del psicoanálisis con el estructuralismo y la lingüística; para citar a algunos de los más reconocidos históricamente. En fin, siempre se buscó un estatuto que legitimara al psicoanálisis; sea que hoy en día, las críticas sigan siendo virulentas.

Ahora, esta misma virulencia fue determinando que el psicoanálisis adquiriera “carácter” o “temperamento”, si me permiten llamarlo así, carácter plasmado en la personalidad de Freud y que sus discípulos y seguidores lo notaran e integraran a sus condiciones posteriores, es como una especie de identificación al maestro, que si bien es cierto sirvió de mucho contra los embates de otras disciplinas, también degeneró en una especial ortodoxia y dogmatismo, que creo, se ha convertido en un obstáculo para que hoy se pueda hablar de ínter – disciplina. Y que hacen que el trabajo del psicoanalista pareciera algo aislado y ajeno a los otros saberes.

Bolívar Ochoa, en su “Historia interna de la teoría freudiana”, nos plantea que la crítica a la cientificidad de esta nueva y autodenominada disciplina ha recaído en su método, su teoría o su practica clínica. Y que al final pareciera que se diluye y termina por hacerle una crítica a la actitud de los psicoanalistas que al psicoanálisis mismo, “ante lo cual es necesario precisar que una cosa es concluir que la teoría elaborada por Freud es verificacionista, irrefutable, que no predice hechos nuevos, que no representa un aumento progresivo del conocimiento, y otro asunto es condenar epistemológicamente la actitud verificacionista, dogmática, e incluso religiosa, de los psicoanalistas que se denominan freudianos” (Bolívar Ochoa, 2004, pág. xi). Y creo que este es un fenómeno que determina en la actualidad la relación posible o no entre el psicoanálisis y la universidad.

Se nota que la exclusión original ha determinado, que en boca de los mismos psicoanalistas, se hayan posicionado de ese lugar marginal, el lugar de la exclusión. Y este lugar les determina una posición pasiva, indiferente, distante y, por que no decirlo, cómoda. Cabe aclarar que me refiero a los psicoanalistas  genéricamente, por así decir, y que lo que se destaca es la inherente identificación al psicoanálisis con el psicoanalista que lo habla. Empezando por Freud. Esta “personalización” del psicoanálisis ha llevado a que dentro de la universidad no se lo tome como la disciplina que es, y se sostenga solamente como una cátedra. Cátedra determinada por la oferta y la demanda. Demanda de los estudiantes e interesados y oferta del psicoanalista, de aquello que éste cree es el psicoanálisis y que se debe “trasmitir”. 

Hoy en día, se habla del “tipo o clase” de psicoanálisis que es practicado por cada cual,  subrayo tipo o clase, y que está determinado, casi siempre, por el autor que se lee, se cree y se identifica, y sobre el cual hay montada alguna “nueva” escuela. Annafreudianos, Adlerianos, Jungianos, Klenianos, Lacanianos, Milerianos, etc., la lista posible reta la imaginación. Ahora, si el psicoanálisis es Freudiano y la posible enseñanza en la universidad es en última instancia teórica, ¿No podríamos iniciar desde ahí?

Entonces, se debería tomar en cuenta esta situación para que se defina, o estructure una cátedra acorde con la historia del desarrollo del psicoanálisis, que trascienda las preferencias personales de aquellos analistas que imparten la cátedra, y se procure por una visión más abierta del psicoanálisis dirigido a estudiantes universitarios. En particular, si es en un programa de psicología. No podemos negar que el beneficio a esta disciplina sea evidente y que redunde en su abordaje ético y en sus resultados prácticos.

4. LA CIENTIFICIDAD DEL PSICOANÁLISIS

Ya comentábamos el difícil camino que el psicoanálisis ha tenido que recorrer para sostenerse en su estatuto científico. Y aunque no sea una ciencia, sí es una disciplina que puede y debe tener lazo con la ciencia en su aspecto teórico; cosa que se da hoy en día y es la que le da cabida conveniente en la universidad. Conveniente como desde un primer momento lo propuso Freud.

La historia del psicoanálisis nos presenta una teoría construida a partir del diálogo constante entre la teoría y la práctica, modificada en su devenir y en continuo crecimiento” (Bolívar Ochoa, 2004, pág. xiv). Estableciéndose que esa es su particularidad disciplinar. A la sazón, una opción más dentro de la universidad, para ser enseñada: La investigación. Haciendo la diferenciación entre la investigación en el psicoanálisis y con el psicoanálisis; ya que desde su posición de analista que investiga, se está en otro lugar al de “catedrático” de psicoanálisis que investiga. La cátedra no es un diván o viceversa.

Considero que sólo en el acto analítico se es analista, y que sólo desde ahí la dimensión del trabajo y desarrollo que el psicoanálisis pueda contribuir se corresponde con el conjunto de los psicoanalistas y hacia quienes se debe dirigir, es parte de su formación. Otra cosa muy distinta es la de ser un profesor o el encargado de impartir las clases sobre psicoanálisis, ya que este último tiene un compromiso hacia la universidad y su lugar está antes o por fuera de la posible transferencia de trabajo al psicoanálisis. Nunca de finalizar las clases surge el deseo (aquí digamos, las ganas) de ser analista, éste sólo se puede encontrar, y no siempre, en el transcurso de su propio análisis. Es decir, en la universidad las cuentas se le dan a Otro-lugar: el lugar del amo.

Entonces, la cientificidad del psicoanálisis no está en duda, en últimas, si se le ha dado lugar dentro de la universidad es porque algo se le reconoce, y se debe partir desde allí para que apropiándose de su método se articule a manera de técnica, dentro de la formación de los estudiantes universitarios; en particular a los de psicología.
  
5. LA PSICOLOGÍA Y EL PSICOANÁLISIS

El psicoanálisis siempre se ha comparado con la psicología, incluso más que con la medicina. Y no es casualidad que en la actualidad se enseñe como “orientación” en muchos de los diferentes programas de psicología que hay en el país. Y de  hecho cabe hablar de su relación con la psicoterapia.

¿Es psicoterapia? Hasta cierto punto sí, una psicoterapia del cuerpo y del lenguaje. Pero su diferencia está por el lado de su origen, el psicoanálisis no surge del lado del las ciencias positivistas e inductivas, surge de los aprietos en que la histeria los colocó; aparece del síntoma mismo y de la verdad que del sujeto hay ahí. En cambio la psicología y la medicina, sí son hijos del pensamiento positivista, empírico y práctico; de la experimentación y la observación de determinados fenómenos humanos. Ahora, que los diferentes significantes que le son particulares, más no propios al psicoanálisis, se encuentren en otros saberes universitarios, es otra cosa.

El psicoanálisis surge en nuestra cultura como un oficio imposible. Y sí que lo es. Haciendo eco a la dificultad que se tiene para ubicarse por fuera de los mismos psicoanalistas y sus grupos. “Ni una ciencia natural, ni un arte, su lugar social no es el laboratorio ni el parnaso; fenómeno insólito que trata los conceptos  de la ciencia positiva como metáforas para hablar del amor y de la muerte, y le confiere a entidades poéticas la calidad de conceptos teóricos. (…) Saludados por surrealistas y denostado por positivistas, el psicoanálisis es el lugar de un erotismo escandaloso entre pasión racional de la ciencia moderna y el amor por lo indecible de la poesía maldita” (Carmona, 2000, pág. 35).

En el saber psicoanalítico, la ciencia aparece como una forma de conocimiento posible; en la psicología, como una identificación de la ciencia con el conocimiento, primando el cientificismo, la objetividad del conocimiento y el saber como objetivo. Entonces, el lugar de la psicología está del lado de la ciencia, de las ciencias humanas, donde la objetividad científica es excluyente con la reflexión ética. Y no quiero de decir que la psicología no tenga ética: Sólo que su establecimiento está dado por los caminos de la ciencia. Aquí otra diferencia, al afirmar que la psicología es una ciencia sin sujeto como agente humano, hacemos relación a que éste es un sujeto distinto al sujeto del que se habla en el psicoanálisis.

Incluso en el interior de la psicología, aquellas corrientes que se alejan de estos preceptos son tratadas de manera discriminatoria o marginal dentro de las mismas ciencias en general.

Las demandas de la sociedad, son demandas de intervención a las que el psicólogo puede acudir y cambiar, pero que siguen siendo para alcanzar un bienestar. La psicología sólo es desde ese lugar, desde su rol. No olvidemos que rol siempre se hace frente a un ideal. La demanda se le hace a nombre de un ideal. El ideal del Bien-estar. Ahora, esto no está mal e incorrecto o algo por el estilo. Y creo que la crítica que desde Freud se le tiene a la ciencia positivista, es sólo para determinar sus diferencias. Su oposición no es sinónimo de obstáculo e inconveniente para que haya entre ellos un intercambio. La ínter – disciplina aparece como un buen recurso a estas alturas. Y no solo con la psicología y la medicina (psiquiatría), sino con todas aquellas áreas del conocimiento existentes.

Retomando, La psicología sólo tiene semejanza con el psicoanálisis en su aspecto clínico y no en el resto de áreas; por ejemplo, con la psicología social, educativa, etc. Y desde la clínica su punto de analogía serían las psicoterapias. Hoy en día, al psicoanálisis se le ve como una psicoterapia más. Entonces, no tiene nada de novedoso el que sólo se argumente que se tiene un estatuto diferente y ya. Si de todos modos el psicoanálisis en su práctica tiende a una cura analítica; así ésta también tenga un estatuto diferente. Aquí hay mucho por desarrollar.

Eh aquí un punto más a favor de la ínter – disciplina y el campo de la enseñanza del psicoanálisis en la universidad. Empezando con lo que se tiene en común, las psicoterapias que actúan con la palabra y el reconocimiento de la existencia de una realidad psíquica en ambas. Ahora, el amplio número de psicoterapias nos llevarían a preguntarnos qué criterios de clasificación existe. Miller lo plantea: “Creo que el criterio de clasificación de toda psicoterapia es la incidencia de la palabra del Otro. El factor clave de toda psicoterapia es que hay otro que dice lo que hay que hacer, Otro al que el sujeto  que sufre obedece y de quien espera la aprobación” (Miller, 1993, pág. 6). Lo que es relevante es la sujeción al Otro. Se tiene efecto de identificación. Aquí introducimos la diferencia con el psicoanálisis: La operación analítica descansa sobre el rechazo del analista a utilizar los poderes de la identificación.  O sea que el análisis depende de la posición que adopte el analista frente a la demanda. Esta diferencia, se podría tener en cuenta a la hora de proponer un lugar del psicoanalista dentro de la universidad.

Lacan, en 1954 expresaba que el psicoanálisis era una terapéutica, pero no como las otras; ya que invierte los lugares y le deja al analista la reflexión sobre su acto. He aquí otra diferencia con las psicoterapias. Entonces, ¿Qué tipo de práctica es posible y a que tipo de relación terapéutica apunta la capacitación universitaria?  La universidad ayuda la instalación de un sujeto frente al discurso del amo, por eso el profesional en psicología no parece tener apremio en integrar la razón de ser de lo que hace. Sólo es cuestión de técnica y su fundamento teórico y su desempeño y efectividad. Pero, ¿el psicoanálisis no posee las propias? ¿Y no se obliga a su propio desarrollo? Se concluye que no es la universidad quien debe decidir la calidad del psicoanálisis. “Por esta razón, si alguien quiere orientar su practica por el psicoanálisis, deberá trasformar su experiencia universitaria en una experiencia analítica” (Gallo, 1997, pág. 38). Entonces ya no hablaríamos de psicólogos de orientación psicoanalítica, sino de “analizantes  intentado definir en su propio análisis los términos de su transferencia al discurso analítico. En consecuencia, una orientación intelectual por el psicoanálisis no basta para transferir hacia éste como experiencia, y quien insista en esto será más engañado por su experiencia que engañador” (Gallo, 1997, pág. 39).

¿Por qué insiste? Y ¿por qué del lado de los mismos psicoanalistas? Ya que la diferencia no tiene objeción, ¿no se podría hacer algo más y/o diferente en la universidad? La universidad no forma analistas, entonces ¿qué forma? Y desde el psicoanálisis ¿qué podría formar? Si de entrada está no-legitimado a nivel de los discursos imperantes dentro de la universidad, el hacer esta delimitación, por así decir, es válido siempre y cuando se pretenda algo. Qué y quién pretende dentro de la universidad al insistir en esta diferencia, si no es el mantener un lugar de marginalidad que hasta hoy en día le es cómodo y conveniente. Es el mismo Lacan en “Psicoanálisis y medicina” que habla de este lugar y de la extra – territorialidad del psicoanalista dentro de la medicina; ¿no sería lo mismo dentro de la universidad? ¿Y no de las psicoterapias?

6. LA ENSEÑANZA DEL PSICOANÁLISIS

En la universidad sólo se podrá enseñar los aspectos teóricos, dejando en claro a los estudiantes que esa formación debe ser articulada al de su formación profesional como psicólogo sólo a nivel de una reflexión teórico - crítica. Habría que pensar en las otras corrientes u orientaciones psicoanalíticas, que tendrían una entrada más propicia a este campo.

El problema de la orientación, que es como se la llama dentro de las universidades, es un problema de definición al interior de ellas; y articulable si los psicoanalistas van más allá de sólo insistir en su diferencia. Es decir, que los psicoanalistas deben intentar hacer lazo social en su acto de enseñar el psicoanálisis en las universidades.  Y tratar de no perderse en esa lógica del discurso del amo; ya que sólo del discurso histérico se puede anudar la posibilidad de trasmitir algo del psicoanálisis en esos medios. Esto es, que sea el psicoanalista el encargado de aclararle esta confusión a la universidad y sus discípulos para intentar darle un giro a esa relación, que creo es posible y que sólo exige no dejarse tentar por ese lugar que le es propio a todo “profesor” o “catedrático”. Esa diferencia hacerla acto, el de hacer ocupar al psicoanálisis el lugar del objeto a, ser causa del deseo de un estudiante (y no necesariamente un analizante ya que muchas veces los estudiantes que asisten a estas materias no ven un diván ni en fotos) y que muchas veces está frente a él, ya sea por que la materia se tiene que ver o por curiosidad intelectual, pero que su deseo de saber se dirige hacia el ideal académico. Es en ese encuentro y relación que los psicoanalistas pueden soportar un lugar que sólo se diferencia como acto y no como ideal.

Postular un programa o currículo está fuera de mi intención y sólo le correspondería a la universidad; pero los psicoanalistas deben estar atentos a ello. Y procurar pensar en las diferencias y limitantes que son propias de esta ínter – relación, e intentar alinearse con los postulados y definiciones que el psicoanálisis determina en su devenir. Ya que sólo en una escuela propia, ex - cátedra, donde se adquiriera la formación necesaria para ejercer el análisis, y que está delimitada por coordenadas propias, se podría pensar en tener en cuenta las coordenadas propias de la universidad e intentar una relación ínter – disciplinar.

Como se planteó al inicio, y retomando a Freud, esta relación es conveniente, pero ¿conveniente para el psicoanálisis o para el psicoanalista? Habría que valorar si también lo es para los estudiantes que asisten a estas materias, y terminan auto postulándose psicoanalistas al momento de recibir el título de psicólogo.

Estas líneas pretenden plantear algunos puntos para la discusión, dentro del marco de un congreso de psicología que se propone traer a cuentas los nuevos retos para las necesidades de hoy, y creo que una relación bajo estas condiciones representa también un reto al psicoanálisis. El reto sería lograr el justo lugar del psicoanálisis dentro de la academia universitaria en una relación ínter – disciplinar y extra - territorial.

No quedan más que interrogantes para responder.

Si el psicoanálisis no se puede enseñar, por que enseñar es un imposible; entonces, ¿qué se ha hecho y cómo? ¿Cómo llamar a esa enseñanza? ¿Qué se enseña en la universidad? Y si se ensaña ¿marcha? ¿Cómo? Por que en la universidad se da cuenta de aquello que funciona. Entonces, ¿Es o no psicología el psicoanálisis?, y si no lo es, ¿porqué se enseña en los programas de psicología?, o lo que se enseña ¿no es psicoanálisis?
¿Como articular el saber psicoanalítico con la psicología, de igual manera que lo hace con la sociología, la política, el derecho y la pedagogía, por ejemplo?

Finalmente, estos son interrogantes sobre los cuales quiero proponer la discusión frente a la emergencia de la enseñanza del psicoanálisis dentro de las universidades.

REFERENCIAS

BOLÍVAR OCHOA, Gerardo. Historia interna de la teoría freudiana. Colombia: Universidad de Antioquia, 2004.

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FREUD, Sigmund. Epílogo. En: Obras Completas Vol. XX. (Cuarta reimpresión) Buenos Aires: Amorrortu,  1993.

FREUD, Sigmund. ¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad? En: Obras Completas Vol. XVII. (Cuarta reimpresión) Buenos Aires: Amorrortu, 1994.

FREUD, Sigmund. ¿Pueden los legos ejercer el análisis? En: Obras Completas Vol. XX. (Cuarta reimpresión) Buenos Aires: Amorrortu, 1993.

GALLO, Héctor. Psicoterapia y orientación psicoanalítica. En: El libro de Ariadna Nº 9 (Nov-1997).

LACAN, Jacques. Psicoanálisis y medicina. En: Intervenciones y textos 1. Buenos Aires: Manantial, 1999.

LÓPEZ, Rubén. Momentos del psicoanálisis en Colombia. Colombia: El Propio Bolsillo, 1995.

MILLER, Jacques-Alain. Psicoterapia y psicoanálisis. En: Revista Registros. Psicoanálisis y Hospital. Tomo Azul (Año 3).

NOMINÉ, Bernard. Psicoanálisis y medicina. En: Estructuras clínicas y salud mental. Colombia: Universidad Pontificia Bolivariana, 2000.